jueves, 12 de noviembre de 2009

#mexicounido II

Lo más fácil de advertir cuando uno ingresa a Twitter, es que hay un mundo soterrado y en ebullición, donde habitan millones de tweets, que en un toma y daca incesante, cruzan vertiginosos por el timeline, yendo y viniendo con la expresión intensa con la que los twiteros mexicanos vivimos muestro pasado, presente y futuro.

Hay ahí una selva espesa de argumentos y conjeturas, propuestas y recriminaciones. Este bullir de ideas comprende un cargado espectro que va de la izquierda más radical, la izquierda moderada pasando como ráfaga el centro (donde parecemos concentrarnos la gran mayoría) y de ahí a la derecha y la derecha instransigente.

Aún y a pesar de la diversidad de formas de pensar y las maneras de construir las tesis, proclamas y propuestas, encuentro 3 coincidencias fundamentales:

1. Queremos a nuestro país. Lo afirmamos dentro de un catálogo muy amplio de expresiones, algunas cayendo en la procacidad, pero aún así es reconocible un prurito por un país mejor .
2. Tenemos una idea de lo que hay que hacer. La mayoría ubican el problema exclusivamente en los diversos gobiernos y las figuras públicas. Otros, los menos, consideramos que la sociedad posee la doble cualidad de origen del problema y solución del mismo.
3. Sabemos que hay que provocar un cambio que nos acerque a una idea común del #mexicoqueyoquiero (vía @leonwradio).

Tengo que reconocer, por decir lo menos, que #mexicounido fue lanzado prematuramente. Los resultados, aunque frugales, han sido muy interesantes.

Han criticado algunos la cortedad de miras y la simpleza del hashtag. Señalando la conveniencia de contar con una suerte de manifiesto con todo un plan de acción y objetivos muy definidos.

Personalmente creo que #mexicounido debe ir por partes.

Bastante osado es ya tratar de unir al espectro ya descrito, en torno a un concepto igualmente temerario, como es el de promover que nuestra frase aparezca, aunque sea sólo un segundo como uno de los temas más mencionados en twitter.

Alguien por ahí me dijo que hacía falta un hashtag "más fuerte", yo le conteste "¿más fuerte que la unión de los mexicanos?". Mi breve paso por la publicidad me dice que #mexicounido es breve y contundente ¡no hace falta nada más!. Igual por ahí me dijeron que se podía confundir con "México Unido Contra la Delincuencia", en fin, hay afortunadamente muchas opiniones .

Yo agradezco sobremanera a quienes se han interesado y han utilizado el #mexicounido. Seguiremos intentando llegar a la meta.

lunes, 9 de noviembre de 2009

#mexicounido

La idea de crear y promover un hashtag en Twitter, lo sabemos todos, no es nada original. Así, diremos primeramente que el hashtag #mexicounido no pretende ser único ni el más notable.

#mexicounido tiene también una meta que igualmente no es original: lograr entrar a esa lista "distinguida" por el número de menciones llamada trendings topics y que nuestros traductores determinaron que se llamara "Temas del Momento".

Ahora, ¿qué NO es #mexicounido? No promueve partidos, tendencias o figuras públicas. Además, por supuesto, no es un fin en sí mismo.

#mexicounido se inspira en el éxito de dos iniciativas de los twiteros mexicanos, la de #internetnecesario y #elmexicoqueyoquiero, que sin duda fueron una muestra de como las voluntades se pueden unir en torno a ideas y los valores que nos son comunes a todos. El primero, motivado por el rechazo ante un despropósito, como efectivamente lo era, de aplicar un impuesto a un servicio tan necesario para todos como el Internet.
El #elmexicoqueyoquiero, idea impulsada por @leonwradio, provocó un ejercicio de reflexión e imaginación colectiva que nos llevó hacia el país que deseamos, y de pasada al que creemos podemos llegar a ser.
La historia de nuestra aún novel democracia, registra un permanente encono de los partidos políticos alrededor de temas centrales para el futuro del país. Esa batalla a veces ideológica y, muchas veces, dogmática tienen a un país postrado y en franca oxidación de todo su potencial y lo que puede ser un futuro brillante para los mexicanos.
Con esos antecedentes, no es complicado arribar a la conclusión que resulta imperativo lograr un acuerdo, un gran acuerdo nacional que logre reunir, a partir de las coincidencias que son muchas, a las distintas figuras, fuerzas y poderes para determinar el camino que hay que seguir para lograr #elmexicoqueyoquiero.
Ese gran acuerdo nacional requiere necesariamente que los mexicanos, en su mayoría, nos unamos.
Esa empresa tan lejana, al parecer no podrá lograrse vía los partidos, sus dirigentes y miembros, a menos que la sociedad se los demande estentóreamente. A menos que la sociedad se mueva.
#mexicounido no podría por sí solo, lograr tan alto propósito, pero si puede contribuir desde nuestra posición, colocando en los trendings, y por lo tanto en la opinión pública, un mensaje positivo como es la unión de este país.
Para lograr llegar a los trendings se requiere el involucramiento de los grandes twiteros mexicanos, para que con el apoyo de su liderazgo el movimiento crezca y podamos llegar a la meta.
Se anticipa que #mexicounido no será fácil. Pero lo vamos a intentar. Quizá es lo que hace falta en este país, intentar hacer las cosas.

sábado, 22 de agosto de 2009

Si alguien se aproximara con una encuesta para saber mi opinión sobre la equidad de género, más aún, acerca de mis convicciones a propósito de la igualdad entre hombre y mujer, seguramente que daría algún par de respuestas políticamente correctas.

Sin embargo les comparto algunas reflexiones muy profundas sobre la persona que más a la mano tengo: Yo mismo. La verdad es que recibí una buena educación en mi casa paterna y materna. Razón por la que creo que siempre he tenido y ejercido consideración hacia la mujer, máxime si se trata de mujeres mayores de edad. Sin embargo, hay que decirlo, reconozco que algunos prejuicios se han logrado filtrar. De la manera que se filtran en razón de la cultura y las subculturas presentes en todos lados. Antes de casarme Yo, tuve una larga vida de soltero donde la premisa era el "no compromiso", aunque sin privarme de relaciones con mujeres en muy diversos tonos. Yo estaba convencido que si no mentía e ilusionaba con falsas promesas a la chica en cuestión, en ese caso la mujer accedía libremente a mantener una relación sin compromiso alguno. En no pocas ocasiones finalmente me reclamaron un mayor involucramiento, a lo que yo automáticamente respondía casi mecánicamente: "Yo no te prometí nada, ni te dije que te quería ni la luna y las estrellas". La persona tenía que aceptar esa realidad y se iba o se quedaba bajo esas condiciones. Todo eso que les platico durante un tiempo me hizo sentir bien, como dueño de la situación y sin remordimiento alguno. Así transcurrió gran parte de soltería, hasta que por alguna razón que no ubico, empecé a reflexionar un poco sobre la posibilidad que de alguna manera Yo me estuviera aprovechando de la ventaja que generalmente tiene el hombre aun en el plano de una relación afectiva. Ya saben, un hombre puede involucrarse con una mujer sin meter el corazón, y la mujer no, no le es posible involucrarse sin mediar el sentimiento (bueno, siempre hay excepciones). Se supone que en los países "avanzados" este rol en la mujer cambia. Es más, la aparición de la píldora fue el hito que marcó una nueva era de libertad sexual de la mujer (con el regocijo de los hombres por supuesto). No obstante este último apunte, sigo pensando que la mujer aunque sea del primer mundo y una mujer actual y liberada, sigue siendo mujer y con una naturaleza que la víncula con cualquier mujer de otra latitud. Sigue siendo más genuina y transparente en las cuestiones del corazón que el hombre. Yo, en mis últimos años antes de "ponerme la soga al cuello" (broma machista) caí en una frustación terrible que me llevó a la depresión y entre otras cosas a subir de peso (como no le hago a las drogas ni a la bebida, pues terminé enriqueciendo a cuanto negocio de comida chatarra había a mi alrededor). Yo mismo había creado una situación de vacío terible con una serie de relaciones sin más mérito que obtener puntos sin mayor inversión de mi parte. Fue de esa manera que pagué todas las que hice. Que operé con la más grave de las actitudes machistas, que lejos de ser considerado arrastré los sentimientos de varias mujeres.

En fin, luego que salí de esa situación tuve la suerte de conocer a Malena, mi esposa. Cuando por fin decidimos casarnos, y después de mi terrible experiencia, le propuse hacer vigentes todas nuestras convicciones sobre la equidad de género. Y yo le dije, sin más, que no me interesaba tener una ama de casa y, por lo tanto, no me atendiera o que "estuviera al pendiente" de lo que Yo quería o deseaba. Por lo tanto, que no me hiciera de comer, ni me lavara la ropa o que me zurciera un calcetín. Que yo haría todo eso (años de soltería me hicieron capaz de darle vuelta a mi naturaleza de hombre mal acostumbrado). En todo caso, si decidía hacer de comer me invitara y ya. En un principio, durante los primeros todo fue relativamente bien. Hoy en día tengo que confesarles que hay momentos, sobretodo cuando llegó en la tarde a la casa (y de todos Ustedes) que desearía ser consentido y atendido. Que Malena se desviviera por servirme alguna bebida o cualquier otra cosa. Y es que la verdad señoras y señores, mi naturaleza no la puedo evitar, alguna parte de mi es un macho redomado que no entiende ni a madrazos. Las cosas no habrán de cambiar, Malena seguirá gozando de la igualdad que le corresponde, y yo seguiré pensando entrañablemente en aquellos tiempos donde el hombre era el rey de su casa.

Malena en algún momento terminará su doctorado, título que Yo no tendré mientras no haga una tesis que por cierto... nunca haré. Es posible que consiga con su perfil académico un muy buen puesto incluso mejor que el mío. Eso, amigas y amigos, será el nuevo reto que tendré que vencer Yo y mi machismo soterrado.

Los que quieran hacer sus comentarios sean bienvenidos, les dejo mi buen nombre para que lo hagan pedazos.

martes, 18 de agosto de 2009

Cuando el verde es azul

Entré despacio. Miré a los lados y me cercioré que Ella no estuviera: el camarote estaba vacío. Sobre su cama reposaba un sobre en el que lacónicamente escribió "para ti". Yo no hice ningún esfuerzo por alcanzarlo, sabía exactamente lo que decía, palabra por palabra, tal y como si Yo personalmente se lo hubiera dictado. Abajo de una almohada descansaba un trozo de tela verde musgo, era su vieja mascada, la atraje instintivamente y la olí... era Ella, su olor... de pronto, fastidiado, aventé la prenda y me quedé pensando en las opciones que tenía.

Nunca fue fácil. Simplemente hay que ver el día que nos conocimos...

Yo ya había muerto... clínicamente ya me habían declarado muerto. Todos los médicos, enfermeras y demás personal que estaba en el quirófano ya lo habían abandonado, sólo permanecía ahí una obscura internista que había presenciado el desenlace. Esperaba la llegada del personal que me trasladaría al "cuarto frio", para los trámites de rutina.

Me miraba curiosa, como filosofando sobre la vida y la muerte y preguntándose quién y cómo sería el infeliz que ahora reposaba sin vida en la plancha. De pronto... regresé. El aviso electrónico no le dejó duda alguna. Gritó cuanto pudo para que regresaran todos mientras que resolvía presurosa que hacer para asegurar que efectivamente regresaría a la vida.

Yo no tuve túnel ni plática con Dios. No ví luz alguna ni repasé mi vida en Technicolor. Simplemente regresé.

A las dos semanas ya nos habíamos casado. El pronóstico de nuestros amigos fue más bien malo. No concebían como alguien podía fundar una relación en una anécdota tan tétrica. No nos importó, nos aislamos de todo y todos y nos dedicamos a vivir lo que considerábamos era nuestro destino. Así estuvimos cinco años.

(Continuará...)

lunes, 17 de agosto de 2009

A propósito de unos tweets que intercambié con @luistenorio, les comento que alguna vez escuché una intrincadísima teoría que establecía una relación directa y proporcional entre los avances de una economía y sus conquistas deportivas, y más concretamente con el fútbol y su selección nacional. Desde luego que alguno de ustedes fácilmente encontrará casos de excepción notables como pueden ser, por ejemplo, los países asíaticos. Digamos que no deja de ser una mera teoría con un grado moderado de acierto.
Yo personalmente he forjado mi propia teoría sobre el fútbol. Yo creo que en algún momento las naciones vivieron una transición por la que trasladaron a los deportes, leáse fútbol, su vocación y tradición guerrera. Lo que antes representaba el honor y dignidad de una batalla, una conquista o una defensa; hoy se vive dentro de una cancha reglamentaria. Visto así, la humanidad ha evolucionado notablemente de una fase de constante beligerancia a otra de competitividad deportiva. Digamos que aunque ahora las guerras son más intensas y destructivas, no deja de ser cierto que nominalmente hay menos guerras que en el pasado.
Es entonces, concediéndome lo anterior, que ahora el honor de las naciones se ubica por decirlo coloquialmente en los 22 "patas" de una escuadra nacional. No se si estén de acuerdo que el orgullo nacional, el patriotismo más exacerbado, se vive más eufóricamente en una victoria del equipo nacional sobre alguna de las potencias futbolísticas. Ya no inflama tanto la sangre ver a nuestra bandera o celebrar el día de la independencia como una buena victoria sobre Brasil o Italia.
Más de uno va a brincar con esta idea. A algunos les ofenderán estos razonamientos, sin duda alguna. Pero no es verdad que el fútbol se ha convertido además en una fuga de presión social, un catalizador de los grandes problemas nacionales. Vean Ustedes el caso Argentina, una gran crisis económica se soliviantó a base de resultados y victorias en los distintos torneos. ¿No es ahí donde la gente deja de comer por asistir al estadio?. Este aparente bienestar que genera un triunfo incide naturalmente en nuestra autoestima nacional de manera muy positiva. Tanto mexicanos como cualquier otro latinoamericano estamos ávidos de éxitos nacionales para crecer nuestro amor propio y a nuestras raíces. Nuestros gritos guerreros se convierten en gritos de esperanza y regocijo cuando cae un gol de los nuestros.
Yo no trato de trivializar algo tan sagrado como los son nuestras patrias, sin embargo no dejo de pesar en los curiosos paralelos que se dan entre penetrar los bastiones enemigos y una colada por izquierda y un remate de cabeza.
En fin, ahí les dejo mi honra para que la hagan pedazos.
Ya era hora de irme. Afuera de mi oficina ya no se oía el barullo de costumbre y los policías ya habían iniciado la ronda para apagar las luces de mi piso. Ese día Yo esperaba llegar a tiempo para ver cierto partido muy esperado. Así que empecé la retirada, recogí mis cosas y al ponerme el saco se escuchó que tocaban la puerta. Abrí con cierta molestia pues me imaginaba alguna petición de "última hora", me esperaba ver la cara del imbécil de Morales... y me sorprendí al ver una mujer... una mujer como no había visto otra .... "no me diga que ya se iba" dijo con una voz que hacía juego perfecto con lo que estaba viendo. Me quedé ahí en la puerta sin pronunciar palabra "... sólo le robaré unos minutos". Asentí con la cabeza después de un tiempo que pareció larguísimo y torpemente le ofrecí asiento. Una vez que se hubo sentado inició la presentación de la compañía de seguros que representaba. Yo la miraba arrobado, su cara era demasiado atractiva y que decir de su cuerpo. Su tez blanca contrastaba con una larga y negra cabellera. Sus ojos eran enormes y sus pestañas más. Mientras hablaba observaba su boca detenidamente ¿podía existir una boca tan perfecta? Llevaba saco y falda negra. Su escote era generoso y seguía la línea hasta llegar a una cintura pequeña y se abría nuevamente hacia unas caderas y unas piernas interminables. Era sin duda una de las mujeres más hermosas que he visto en mi vida... ¡no! corrijo. ¡era la mujer más hermosa que había visto en mis 35 años!... ¡Esta mujer debe vender seguros por miles! pensé mientras la observaba con excesivo detenimiento. Me hablaba bondades de sus planes de retiro, en eso, se levantó para abrir su maletín. La pude ver de espaldas con total libertad. Ahí me tienen, como un adolescente nervioso y mirón, digno de Voeyeur. No se si me entienden si les digo que no la miraba con deseo sino con una profunda admiración ante la belleza, la conjunción casi perfecta de rasgos y formas. Haberla visto de otra manera hubiera sido inmerecido. Se sentó nuevamente y prosiguió su explicación. Sus manos blancas y discretas se movían con agilidad y acompañaban su charla, no llevaba joyas más un anillo sencillo de oro que por cierto no era argolla matrimonial. Sonreía y su cara era más imponente aún. Yo dije tan pocas palabras, solo emitía ruidos raros, pocos "si" y "no". Traté de adivinar su edad y concluí que debía tener no más de 30. Estaba Yo estudiando sus pantorrillas y tobillos cuando me lanzó: ¿y qué opina entonces... le interesa alguno? Yo la miré con esa sensación que te da cuando pones cara de imbécil, respiré profundo y le dije "no señorita, la verdad es que ya he contratado y por lo pronto no necesito alguno". Ella mordió su labio discretamente y me extendió su tarjeta: Carla ... Agente de Seguros. Le agradecí y sin más ceremonia la acompañé a la puerta. No fui capaz de entretenerla y prolongar su estancia. Jamás por mi cabeza pasó hacerle un lance o intente siquiera ofrecerle un café... ¡ni siquiera comprarle un seguro!. Dio graciosamente la vuelta y se marchó dejando en el ambiente sólo su perfume y el espacio vacío que Ella ocupó.